En el momento exacto del equinoccio de primavera – equinoccio vernal – el sol cruza el ecuador celeste hacia el hemisferio norte, cuando el día comienza a ganar ascendencia sobre la noche y la luz sobre la oscuridad. Este fenómeno, conocido como Nawruz en persa, ha fascinado a la humanidad durante milenios. La primavera tiene un enorme significado simbólico de renovación, que se ha manifestado a lo largo de la historia en el arte, la arquitectura, los rituales y la literatura de muchas culturas.

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La Gran Esfinge de Giza ha fascinado durante más de cinco mil años. Debido a su posición precisa, el mismo día del Nawruz, esta majestuosa estatua mira directamente hacia el sol naciente.

En el Templo Maya de Kukulcán en Chichén Itzá en México, el día del equinoccio de la primavera, el sol poniente proyecta un espectáculo dramático de luces y sombras onduladas en la escalera norte.

Para los persas pre-islámicos, el regreso de la primavera era un símbolo anual de la victoria de la luz. Los japoneses dan la bienvenida a la llegada de la primavera con la ceremonia de Higan-e, que simboliza la iluminación espiritual. Tanto la Pascua judía como la Pascua cristiana son festividades de primavera y su celebración se calcula con relación al equinoccio de la primavera.

El Corán (Sura al Fatir 35:9) compara las señales de la primavera – la revitalización de las tierras áridas por las nubes de lluvia que proporcionan vida – con el Día de la Resurrección:

 

“Es Dios el que envía los vientos que agitan las nubes. Las llevamos hacia una región muerta y con ellas damos la vida a la tierra tras su muerte. Así es la resurrección.” (1)


La imagen de la llegada de la primavera juega un papel importante en las culturas musulmanas, donde surgieron numerosas tradiciones para celebrar su venida. El significado esotérico de la primavera en general, y de Nawruz en particular, se encuentra en el pensamiento y la literatura ismailíes, abarcando prácticamente todos los períodos históricos importantes y la herencia literaria de los tres principales grupos lingüísticos: el árabe, el persa de las tradiciones de Irán y Asia Central, y los diversos idiomas del sur de Asia del subcontinente indo-paquistaní.

Encontramos dos temas destacados, que unen las tres amplias tradiciones, independientemente del período de tiempo o del idioma: los fenómenos primaverales como una metáfora de la bendición del Imam del Tiempo y la sacralización de la primavera de la tierra para transmitir el conocimiento de un mundo espiritual más allá de la experiencia sensorial.


“… el verdadero Nawruz no es el aparente, marcado por la Cúspide de Aries. Para los fieles, el Nuevo Día verdadero (ruz-e naw) es el día en que rectifican, transformando su conducta y su propia existencia. En otras palabras, un nuevo día amanecerá sobre ellos cuando cambien sus iniquidades y pecados por virtudes y obras nobles.” (2)


Tazyīn al-majālis (Ornamento de las Asambleas) del Da‘i Husayn b. Ya‘qub Shah (siglo 17)

 

(1) Traducción de la cita coránica: ligeramente adaptada de Abdel Ghani Melara Navío. El Corán. Traducción Comentada (Nuredduna ediciones, 1998).

(2) El equinocio vernal es el punto donde el Sol se mueve desde el hemisferio sur al hemisferio norte cruzando el ecuador celeste de la Tierra y su declinación cambia de negativa a positiva. Durante siglos, el equinoccio vernal, también llamado equinoccio de marzo o de primavera – ya que marca el inicio de la primavera en el hemisferio norte – coincidió con el punto o cúspide de Aries.

* Miriam Ali de Unzaga, extractos del capítulo de  Shafique N. Virani´s chapter "Spring´s Equinox: Nawrūz in Ismaili Thought," in Intellectual Interactions in the Islamic World: The Ismaili Thread, ed., Orkhan Mir-Kasimov (London: IB Tauris in association with The Institute of Ismaili Studies, 2020), pp. 453-481.

El capítulo se puede descargar en: https://shafiquevirani.org/spring-equinox/