El especialista en comportamiento humano y neuropsicología, es conocido por poner en marcha programas de recuperación de la memoria, la atención y la concentración en pacientes que han sufrido un ictus o un traumatismo craneal. Soares afirma “cuanto más desafiamos nuestras capacidades cognitivas, más evolucionan”. Lo contrario también se aplica: "Si se desinvierte en ellas, no desaparecen, sino que disminuyen, aunque pueden recuperarse con la formación". Esto se debe a la neurogénesis, es decir, a la capacidad de producir nuevas neuronas, listas para ser reclutadas para realizar funciones mentales. Para que esto ocurra de forma óptima, hay que evitar que el cerebro caiga en la rutina y entre en un estado pasivo.
El secreto para potenciar habilidades tan distintas como son la flexibilidad mental, la concentración y la capacidad de decisión, pasa por programas de acondicionamiento físico para nuestro centro de mando, donde se encuentran las funciones ejecutoras que nos permiten pensar y adaptarnos a los retos que nos imponen las circunstancias de nuestra vida diaria.
Plasticidad neuronal: la capacidad de crear nuevas conexiones
Soares señala “Los neurocientíficos empezaron a estudiar estos ejercicios después de la Segunda Guerra Mundial". El objetivo era recuperar funciones que se habían perdido como consecuencia de lesiones y traumas, para poder así crear nuevas conexiones y permitir que determinadas partes del cerebro realicen funciones que previamente hacían las neuronas especializadas. De ahí surgió la idea de aplicar el concepto a personas de todas las edades, como una forma de mantenimiento y de optimizar las capacidades cognitivas.
El autor de "150 ejercicios para un cerebro activo" y "Ejercita tu cerebro", aclara que es importante realizarlos sin comparar el propio rendimiento individual con el de los demás. ¿Por qué? La idea es practicar y progresar, más que intentar hacer lo máximo. Este entrenamiento nos permite afinar las habilidades cognitivas, como ocurre cuando salimos de nuestra zona de confort, hacemos cosas nuevas y "tiramos del cerebro". Es una forma segura de prevenir enfermedades o retrasar su eventual aparición. "Las personas que estimulan el cerebro y mantienen la actividad intelectual a lo largo de la vida tienen menos probabilidades de tener Alzheimer y, cuando lo tienen, la enfermedad aparece más tarde", asegura el neuropsicólogo.
Además de ejercitar la actividad mental, existen otros factores que contribuyen a mantener el cerebro en forma; la alimentación es uno de ellos y aunque los beneficios que se obtienen son pequeños, si son continuados y se combinan con una buena higiene del sueño, marcarán una diferencia significativa en la forma de pensar y comportarse y, de paso, ejercerán un efecto protector contra las infecciones provocadas por bacterias y hongos que dificultan el rendimiento cerebral.