Un día el Faraón soñó que pronto nacería un niño y que este le derrotaría al hacerse mayor; justo en esa época nació un niño al que pondrían el nombre de Moisés. Para evitar que su sueño se hiciese realidad, el Faraón decidió matar a todos los niños varones recién nacidos.
Tras conocer la decisión del Faraón una madre se sintió desolada temiendo por la vida de su bebe. Abrazó a su hijo y rezó desesperadamente a Dios ya que Él era el único que podría salvar a su bebé. Dios llenó el corazón de la mujer de valor y le mostró cómo proteger a su hijo de forma que nadie pudiera hacerle daño. Una vez que terminó sus plegarias la mujer envolvió a su bebé en un pañuelo, lo depositó suavemente dentro de un pequeño cofre e inmediatamente ella y su hija salieron apresuradamente hacia el río.
La madre, dando muestras de gran valentía, puso el cofre en el agua y recordando las directrices de Dios dejó que se alejara mientras pedía a su hija que no perdiera de vista el cofre. La niña siguió la corriente del río sobre el que flotaba el cofre, atravesando juncos y saltando sobre rocas hasta que finalmente el cofre se paró cerca del palacio del Faraón. Entonces la hermana del bebé tuvo miedo de que el Faraón lo encontrara.
La mujer e hijas del Faraón encontraron al bebé y lo llevaron ante él. El faraón miró al bebe con desconfianza, pensando que si fuera el bebé de su sueño tendría que asesinarlo. Pero la reina le suplicó que no lo matara y que en su lugar le adoptaran como hijo suyo. Tardó un rato en ser persuadido, pero finalmente el Faraón aceptó. La hermana del bebé pudo escuchar la conversación y no podía creer que su hermano estuviera a salvo.
Cuando llegó el momento oportuno, la hermana del bebé se dirigió a la mujer del Faraón para presentarle a una excelente niñera para cuidar al bebé. La reina no solo accedió ver a la niñera sino que la contrató de inmediato, sin darse cuenta de que en realidad era la madre del bebé!
Esta historia nos enseña que no debemos perder la esperanza en tiempos difíciles, que debemos mantenernos fuertes en la fe, continuar rezando y buscando las bendiciones de Dios para que nos ayude a aliviar nuestras dificultades y preocupaciones. InshAllah (Dios mediante) seremos bendecidos con Su misericordia y todas nuestras dificultades se desvanecerán.
Fuente:
Profetas de Allah, Londres: Islamic Publications Limited for The Institute of Ismaili Studies.