La pandemia de la COVID-19 ha traído consigo confinamientos, distancia física, miedo a la infección, crisis económica e incertidumbre sobre el futuro. Los planes se han pospuesto, los hábitos se han reajustado y la vida nunca ha sido la misma. El aumento del estrés y la ansiedad ha perjudicado nuestra salud mental.
El aislamiento social a largo plazo y el descuido de los cuidados básicos para mantener un grado básico de salud mental pueden ser perjudiciales para la salud de cualquier persona y tener un efecto aún mayor en los ancianos. Consideradas como parte del grupo de riesgo, algunas personas mayores se enfrentan a esta pandemia con miedo.
A lo largo de los años, la salud mental de una persona puede sufrir diversos cambios que están condicionados por los acontecimientos, las relaciones, las experiencias y los factores biológicos, entre otras causas. Por eso es importante mantenerse alerta, cuidar el cuerpo y la mente, no tener miedo de pedir ayuda a profesionales cualificados si se requiere y no sentir vergüenza de tratar el tema.
Se estima que una de cada cinco personas padece una enfermedad mental.
Es importante recordar que el aislamiento social no es ni debe ser un aislamiento emocional. Las personas mayores que están solas en casa o en residencias de ancianos, lejos de la familia, pueden tener contacto humano a través de llamadas telefónicas o video-llamadas. Necesitan sentirse acogidas, amadas y cuidadas.
El autocuidado es un arma para no enfermarse, tanto física como mentalmente. Desde la higiene hasta una dieta saludable, desde el ejercicio hasta el sueño, es esencial que estas rutinas estén aseguradas, para mantener las defensas y las capacidades.
Las actividades pasivas, como ver la televisión todo el tiempo, no son beneficiosas.
Ver demasiadas noticias puede generar más ansiedad y angustia, por lo que hay que informarse sólo de lo necesario y en canales fiables.
Es esencial invertir en actividades que fomenten el razonamiento. Pasatiempos como los crucigramas, sudokus y rompecabezas pueden ser buenas alternativas.
También cabe destacar actividades como la lectura, el escuchar música y el ejercicio físico, que provocan sensación de bienestar, tranquilidad y comodidad; tener un estilo de vida saludable, en lo que respecta a la alimentación y el sueño; disfrutar de una red de relaciones positivas, ya sea con la familia o los amigos.