Los musulmanes sostienen una perspectiva interesante sobre la relación entre la humanidad y el medio ambiente. Arraigada en el Corán y en las enseñanzas del profeta Muhammad (la paz sea con él y su progenie), la ética de un entorno sostenible trata de equilibrar las necesidades humanas con la salvaguarda del mundo natural.
En el fundamento de esta ética, está el concepto de khilafah, o custodia. Los musulmanes creen que los seres humanos son custodios o tutelares de la Tierra, con el deber de cuidar y proteger la creación de Allah, que incluye a otros seres humanos, la naturaleza y el medio ambiente en general. Esta perspectiva, en la época actual, impone a los individuos la responsabilidad moral de ser conscientes de su impacto en el planeta, instándolos a tomar decisiones que se ajusten a los principios del equilibrio ecológico.
El Corán está repleto de versículos que inciden en la interconexión de todos los seres vivos y destaca el deber de los humanos de salvaguardar la creación de Allah. La azora al-Baqarah (2:205) recomienda la moderación y condena el despilfarro, afirmando: "Y cuando se aleja, se esfuerza por causar corrupción en la tierra y destruir las cosechas, la agricultura y la ganadería. A Dios no le gusta la corrupción". Puede interpretarse que el precepto contra la corrupción también incluye la degradación del medio ambiente, lo que subraya el imperativo ético de que seamos conscientes de nuestra huella ecológica.
Las escrituras musulmanas también hacen hincapié en el principio de adl o justicia, que puede hacerse extensivo a la justicia medioambiental. La azora al-A'raf (7:31) advierte contra el despilfarro de los recursos naturales: "¡Oh, hijos de Adán! Id adornados a todas las mezquitas y comed y bebed, pero no os excedáis. Ciertamente, a Él no le gustan los que cometen excesos". Este llamamiento a la moderación encaja con los debates actuales sobre la sostenibilidad de nuestra forma de vida, en los que se constata que el despilfarro es una de las principales causas de la crisis medioambiental.
Mawlana Hazir Imam ha subrayado constantemente la necesidad de que las organizaciones integren criterios éticos en sus procesos de toma de decisiones. Esto incluye el tener en cuenta el impacto medioambiental de políticas e iniciativas, fomentando un sentido de responsabilidad hacia las generaciones futuras. Tales consideraciones cimentan los proyectos y programas de la Red de Desarrollo Aga Khan (AKDN), fundada por Hazir Imam para mejorar la calidad de vida de aquellos que lo necesitan.
A lo largo de muchas décadas, las agencias y empresas de proyectos de AKDN han situado la sostenibilidad en el foco de sus operaciones, asegurándose de que su trabajo en pro del desarrollo de las capacidades humanas, de construir comunidades resilientes, de generar crecimiento económico y de honrar el patrimonio cultural se lleven a cabo en armonía con la naturaleza. Dado que la red opera en diversas regiones y sectores, sus iniciativas proporcionan un modelo de cómo aplicar el énfasis del islam en la protección y la justicia en diferentes contextos.
Como ejemplo, los investigadores del campus de Karachi de la Universidad Aga Khan estudian de qué modo afecta el cambio climático a la salud de las mujeres y de los niños; en el mundo en desarrollo, esto ayuda a influir en la toma de decisiones medioambientales a diversos niveles de gobierno. Con el fin de descarbonizar sus propias operaciones, la Universidad también ha adoptado un enfoque basado en el uso de datos, que ha contribuido a reducir las emisiones de carbono, aumentar la inversión en energías limpias y a ayudar a los proveedores a mejorar su sostenibilidad.
En Kenia, la Fundación Aga Khan colabora con empresas como Frigoken para ayudar a los agricultores a pasar de la agricultura química a la ecológica. También conocida como agricultura regenerativa, esta práctica salvaguarda los ecosistemas, ya que los humanos restituyen la tierra al tiempo que se benefician de su cosecha. Desde la década de los sesenta, la Fundación, con su enfoque de desarrollo comunitario, ha logrado aliviar la pobreza y promover prácticas sostenibles en las regiones en las que trabaja.
Por su parte, la cadena de hoteles Serena de AKFED está dando pasos encomiables en la defensa de la sostenibilidad medioambiental en el sector hotelero. El compromiso del grupo con las prácticas ecológicas se refleja en sus iniciativas respetuosas con el medio ambiente – como la reducción de residuos, la conservación del agua, la eficiencia energética y la participación de la sociedad – y ha obtenido reconocimiento y premios de ámbito internacional por sus propiedades en Asia y África.
Estos ejemplos ponen de relieve el potencial de otras organizaciones e instituciones para replicar la labor de AKDN en materia de prácticas sostenibles, basándose en sus propios valores.
Mientras los delegados se preparan para abogar en la COP28 por una mayor concienciación y más acción, podrían contemplar la posibilidad de recurrir a las enseñanzas del Islam, que hacen hincapié en la tutela, la justicia y la moderación, y que ofrecen una valiosa perspectiva sobre un modo de vida sostenible. Al adherirnos a los principios éticos arraigados en nuestra fe, los musulmanes podemos contribuir a restablecer el equilibrio natural de la Tierra y cumplir con nuestra responsabilidad de dejar un mundo mejor para que lo disfruten las generaciones futuras.
Artículo traducido por Shamsah Allibhoy del THE.ISMAILI – 28 de noviembre 2023 – GLOBAL
Fuente: https://the.ismaili/global/news/features/the-intersection-faith-and-ecology