Este año la celebración del Nuevo Año, el Nawruz, cae muy cerca del comienzo del sagrado mes de Ramadán. Mientras que el Nawruz es el equinoccio de primavera según el calendario solar, el mes de Ramadán es el noveno mes del calendario islámico, que es un calendario lunar, lo que quiere decir que cada mes empieza y termina con la luna nueva.

 

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Estas dos celebraciones son muy significativas por lo que simbolizan. El Nawruz simboliza la renovación espiritual y el Ramadán simboliza el ayuno espiritual.

Cuando tenía unos cuarenta años, el Profeta Muhammad recibió la primera revelación divina, mientras meditaba durante una de las últimas noches del mes de Ramadán. Años después, recibió este poderoso e impresionante mensaje:


“¡Oh vosotros quienes creéis! Se os ha prescrito el ayuno como se les prescribió a los que os precedieron, para que ganéis consciencia [o: “para que os guardéis”]) durante unos días determinados (…) El mes de Ramadán es en el que se hizo descender la revelación del Corán como guía para la humanidad y pruebas de la Guía y el discernimiento. Así pues quién de vosotros contemple el mes, que ayune. El que esté enfermo o de viaje que lo haga en otro momento por el mismo número de días. Dios desea para vosotros lo fácil, no lo difícil, y que completéis el número de días y celebréis la grandeza de Dios por haberos guiado, para que seáis agradecidos. Cuando te pregunten Mis siervos por Mí: Yo estoy cerca y respondo al ruego del que ruega cuando Me ruega. Así pues, que Me respondan a Mí y que crean en Mí, para que sean correctamente guiados”. (Q. 2:182-5).


El eminente erudito ismailí de la época fatimí, el cadí al-Nu‘man, explica en sus libros que el ayuno, como todos los rituales,  tiene dos aspectos: el exterior o exotérico (zahir) y el interior o esotérico (batin). Es decir, el ayuno externo, que consiste en abstenerse durante el día de comida, bebida y relaciones íntimas es un símbolo del ayuno interno. Este ayuno interno es moral, intelectual y espiritual. El ayuno moral, que consiste en mantenerse alejado de malas palabras y obras, se puede explicar con las palabras de Bibí Fátima, la hija del Profeta y esposa de Hazrat Alí, citadas por al-Nu‘man: “El que hace el ayuno pero no guarda la lengua, el oído, la vista y las extremidades, en verdad no ha ayunado en absoluto”. (1) (Los Pilares del Islám, I:333). El ayuno intelectual consiste en agudizar la consciencia, alejar los malos pensamientos y concentrar la atención en nuestro verdadero lugar en la creación. Finalmente, el ayuno espiritual consiste en elevarse por encima de lo exotérico, y en ganar consciencia de nuestra relación con el Imam del Tiempo presente, cuyo papel es explicar el verdadero significado interior de la religión y la vida en general, guiándonos hacia el Creador.

Como culminación del mes del ayuno, los ismailíes conmemoramos la noche de la primera revelación (Laylatul-Qadr) en la vigésimo-tercera noche de Ramadán. De esta forma, se puede entender el Ramadán en conjunto como preparación para esa celebración tan especial, en la que rememoramos el contacto entre lo divino y lo humano que experimentó el Profeta aquella noche por primera vez, y que nuestros Imams nos ayudan a intentar conseguir.

 

(1) Los Pilares del Islám: Da‘a’im al-Islam de al-Qadi al-Nu‘man (Volumen 1)
 Traducido por Asaf Fyzee revisado y anotado por Ismail Poonawala 
(Oxford University Press, 2002).